Avalokiteśvara (sánscrito) es el bodhisattva de la compasión. Es uno los bodhisattvas más ampliamente venerados en la corriente principal el budismo mahāyāna, así como en forma no oficial en el theravāda. La palabra íshvara significa ‘el señor’ y avalókita se traduce usualmente como ‘el que mira hacia abajo’.
Es conocido en Tíbet con el nombre de Chenrezig, en China como Guānshiyīn y en Japón como Kannon. En el budismo tibetano, el Dalái Lama es considerado su encarnación de Avalokiteśvara, conocido también como Chenrezig.
Según la doctrina mahāyāna, Avalokiteśvara es el bodhisattva que hizo un gran voto para escuchar los ruegos de todos los seres sensibles en momentos de dificultad y posponer su propia budeidad hasta haber ayudado a cada ser sobre la tierra a alcanzar el nirvana. Entre los sutras del mahāyāna asociados con Avalokiteśvara aparecen: el Sutra del corazón (como discípulo del buda histórico Śākyamuni) y el Sutra del loto, particularmente el 25.º capítulo, el cual es a veces referido como el Sūtra-avalokiteśvara.
… posponer su propia budeidad hasta haber ayudado a cada ser sobre la tierra a alcanzar el nirvana.
El profundo voto que toma Avalokiteshvara es el despertar junto a todos los seres sin distinción. Es también conocido como el “buda de la gran compasión”. Usualmente este arquetipo se encuentra representado por diez mil brazos y diez cabezas, y en sus primeras representaciones se lo mostraba con cuatros brazos (indicando el llamado a las cuatro direcciones), representando a todos los budas dentro de la cultura budista. Avalokiteśvara es representado como la unión de todos los budas, y sus dos primeras manos se encuentran a la altura del corazón sosteniendo una joya como símbolo de respecto al corazón humano.
La leyenda narra que Avalokiteśvara hizo el voto de nunca descansar hasta haber liberado a todos los seres sensibles del saṃsāra. A pesar de su agotador esfuerzo, se dio cuenta de que todavía quedaban muchos seres desgraciados por salvar. Después de luchar para comprender las necesidades de todos, su cabeza se dividió en once partes. El buda Amitābha, al observar su apremio, le dio once cabezas para oír los lamentos de los sufrientes. Al oír esos clamores y comprenderlos, Avalokiteśvara intentó alcanzar a todos aquellos que necesitaban ayuda, pero encontró que sus brazos se destrozaban. Una vez más, Amitābha vino en su ayuda y lo dotó con mil brazos para que pudiera ayudar a las multitudes sufrientes. Su abnegada e ilimitada compasión, lo llevó entonces a renunciar a la propia liberación por la que se había empeñado durante incontables existencias, para que, continuando en este mundo, pudiera servir como maestro y ayuda a todos los seres. De esta manera, de hace presente entre los mercaderes como un mercader, entre los príncipes como un príncipe, y entre los insectos cómo un insecto.